viernes, 22 de mayo de 2015

Ellendor 7 (Obsidiana)

    He decidido actualizar esto porque al revisarlo para subirlo al wattpad, me inspiré y escribí más de la cuenta. He añadido partes nuevas pero el contenido original es el mismo. Bueno, sin más dilación, aquí os dejo la versión actualizada. Espero que os guste y, ya sabéis, cualquier comentario se agradece. No he revisado si se ha copiado todo si no es así, avisadme. Obviad el blanco de fondo, es que no puedo recopiar desde Wattpad sin ello.


Kimi se reclinó en la silla. Miro su examen recién terminado mientras daba vueltas al bolígrafo con la mano. "Realmente, debería mejorar mi letra en lengua común" Pensó. Tenía razón, era horrible. Incluso a ella le costaba leerlo. Cerró y abrió lentamente la mano para desentumecerla, hacía tiempo que no escribía tan de seguido, mientras repasaba las respuestas. Sabía lo que le preguntaban, lo que de verdad le constaba era escribirlo en lengua común. Tampoco estaba acostumbrada a escribir con bolígrafos. Pensaba que tenía ventajas sobre la pluma, como que ensuciaba menos, pero no terminaba de hacerse a la idea. Incluso a veces tenía el acto reflejo de recargar su boli. en un tintero invisible. Echó un vistazo a su reloj de pulsera "nuevo". Era de segunda mano, como sus libros, pero a Kimi le gustaba pensar que habían pertenecido a alguien alguna vez, en su opinión eso les daba... Historia. Como si esa fuera su segunda vida y pudieran guardar recuerdos de la anterior, sabía que eso era una tontería, pero de alguna forma, le gustaba. Los libros eran comprados pero el reloj lo encontró en el suelo esa mañana durante su paseo matinal. Roto. Le hizo un simple hechizo de reparación y le pidió a Erial que le enseñara las horas rápidamente. Al acabar de leerlo, recorrió la clase con la mirada.



    Giró la cabeza para mirar por la ventana. Desde luego, hoy no había sido un buen día hasta el momento. Se había despertado temprano, como era su costumbre, y lo primero que la inquieto al abrir los ojos fue la escasa luz de la habitación. Cogió su cuchillo, guardado bajo la almohada y se incorporó rápidamente. Temiendo lo peor, realizó un hechizo de reconocimiento. Le extraño y alivió a partes iguales no detectar nada raro. Aunque sabía que ""ellos" podían esconderse si lo deseaban. Pero, pensó luego, si de verdad estuvieran allí, ya habrían ido a por ella. De hecho, probablemente estaría muerta o de camino a... ¿"casa"? No encontraba una palabra en lengua común para describirlo. Pero, se preguntó entonces, "¿Por qué no hay luz?". Se levantó y el cambio de temperatura le puso la carne de gallina. Estaba acostumbrada a pasar frío pero tampoco se lo esperaba. Se dirigió a la ventana, justo encima del escritorio. En él reposaban un par de gruesos libros que había sacado de la biblioteca y los folletos de las asignaturas opcionales. Apartó la suave cortina violeta con delicadeza para ver la causa de la penumbra. Un escalofrío le recorrió desde la nuca hasta los tobillos, como una descarga eléctrica. 

A los dos minutos estaba encima de Erika. Esta se revolvió, confusa.
    - ¡¿Pero qué...?! -Alcanzó a murmurar.
    - ¡Erika vamos despierta!
    - ¿Pero que te pasa?- Preguntó entreabriendo los ojos.
    - Es el sol... Ha desaparecido. El cielo está gris.
    - ¿Cómo?

    Se levantó y fue a mirar por la ventana. Al cabo de unos segundos emitió una carcajada y se giró.

    - Tranquila. -Consiguió decir entre risas.- Son solo nubes.- Ante la cara de incredulidad de Kimi se explicó.- A ver... Esas especies de manchas blancas, como ovejas, que ves en el cielo, son nubes. Ya sabes... El vapor de agua se evapora, asciende a la atmósfera, allí se condensa y forma nubes y cuando se ponen grises, como ahora, significa que va a llover. Realmente, no se de que te extrañas. ¿Nunca habías visto llover?
    -...
    - ¡¿De verdad?! No puede ser..
    -...
    - Tienes que estar de broma... ¡¿Nunca has visto llover?!
    - Yo... Esto...
    - Increíble. Realmente, tengo curiosidad por saber de donde vienes.- Soltó una carcajada.- Ni que hubieras vivido en un agujero en el suelo.

    Kimi retrocedió bruscamente. Abrió mucho los ojos. Durante un momento, le pareció que la habitación daba vueltas. Era como si el mundo se le viniera encima. "Imposible" Pensó "No puede saberlo". Ya estaba haciendo planes sobre adonde podría huir ahora cuando Erika soltó una carcajada.

    - Era broma.- Dijo.- Oye, deberías dedicarte a actuar, has bordado tu broma... Fingir que nunca habías visto llover... Casi me lo creo, eso sí. La próxima vez.- Bostezó.- Hazlo más tarde. Bueno, yo me voy a dormir un par de horas más.

    Kimi asintió y se marchó. Al cabo de un rato, ya vestida, bajo a desayunar. Su estómago rugía. El comedor estaba desierto, como todas las mañanas cuando bajaba. Últimamente, se había acostumbrado a desayunar dos veces. Algo impensable para ella hace unos meses. Bueno, como comer en un lugar ruidoso. Una pieza de fruta o una cosa frugal cuando ella bajaba y algo más "consistente" en palabras de Erial con Erika. A veces también comía con Mike y Willen, (Había descubierto que le llamaban Val por su apellido) los cuáles habían aceptado sus disculpas. Entre lo que se despertaban, iba a dar una vuelta por la ciudad durante un par de horas. Cogió una manzana y la iba limpiando cuando algo llamó su atención.

    Se acerco con cautela. Normalmente, pasaba varias veces al día por recepción. Le caía bien Hortensia, le parecía una mujer simpática. Que le diera dulces casi siempre había influido en su decisión. Sin embargo, nunca se había fijado en el espejo a cuerpo entero al lado del mostrador. Tampoco es que hubiera visto anteriormente un espejo. De hecho, nunca había visto su reflejo. Por lo cuál sentía curiosidad por esa niña que la miraba fijamente con extrañeza desde esa superficie. Tardó un par de minutos en reconocerse, haciendo movimientos extraños para averiguar si esa chica la imitaba. Contempló su corto y despeinado pelo castaño oscuro, cogió un mechón entre los dedos y lo sostuvo. Se le encogió el corazón cuando se fijo en sus ojos. Verdes y brillantes. Le recordaron a los del Comandante. Aunque los suyos eran más fríos, severos y más aterradores. Como vórtices esmeraldas sin vida que aspiraban toda la esperanza, energía y cualquier sentimiento alegre del cuerpo. Aunque tampoco había mucha alegría donde vivía. Como un relámpago, una imagen pasó por su mente. Un joven sonriendo en la más completa oscuridad, mientras le ofrecía su mano. Lucien... Esos también eran sus ojos. Sacudió la cabeza para olvidar. Erial le había dicho que no pensara en el pasado. Lucien no iba a volver por mucho que lo echara en falta. Notó un nudo en el estómago. Suspiró, como para intentar deshacerlo. Tal vez fuera mejor así.

Dejo de mirar aquellos ojos verdes que tantos recuerdos albergaban y salió al exterior. Un vendaval otoñal le sacudió en la cara. Sonrió. Odiaba pasar frío pero le encantaba el viento. Hasta hace poco nunca lo había sentido, le gustaban las nuevas sensaciones. A medida que más cosas descubría del mundo, más quería saber y más lástima tenía por las personas que jamás lo sintieron. También le gustaba lo que representaba. Viento. Libertad. Poder ir y hacer lo que quieras, sin normas. 

"Pero vuestra libertad en el exterior... será mentira. Siempre estaréis atados por las cadenas de vuestro don" las palabras del Comandante volvieron a su mente y de repente volvió a estar allí. En la sala del trono. En la oscuridad, como siempre. El Comandante de pie. Impasible. Con los Custodios detrás suya."No.Te equivocas, puede que ahora no lo vean. Pero tarde o temprano lo entenderán. Seremos libres." Eso era lo que Lucien replicó. Lucien era como el viento. Cuando a nadie se le hubiera ocurrido llevar la contraria al Comandante, Lucien se había rebelado. Él había tenido el valor de decir en voz alta lo que todos querían oír. Recordó como se lo habían llevado los Custodios con un simple gesto del Comandante. Horas más tarde, no era el mismo. Estaba... vacío. Sin personalidad. Solo un cascarón que obedecía fielmente las órdenes. 

El nudo volvió a formarse en su estómago. Cinco años habían pasado desde aquel día y ella seguía echándole de menos. Al verdadero Lucien, al que siempre tendía una mano, no al ser en el que lo habían transformado. Y ahora... por su culpa... Lucien jamás volvería. Tragó saliva y echó a correr.
Cuándo corría también se sentía libre. Aunque esa "Libertad" en la que vivía ahora no era la que esperaba, era mejor que lo que tenía antes. Además, correr a la velocidad que quisiera, sola, sin cargas, le entusiasmaba. Notaba sus latidos aumentando, su respiración acelerada. Parecía como si pudiera volar.

Más tarde se paró y continuó andando. Mientras comía su manzana. Era muy temprano y la ciudad se desperezaba entre la neblina. Los comerciantes abrían sus puestos lentamente, los panaderos comenzaban a hornear el pan del día. A lo lejos se oían unas oraciones por los fieles y los clérigos. Un gallo sonaba a lo lejos. Amatista se despertaba.

    Cuando volvió al comedor Erika estaban desayunado con Willen y Mike. Se sentó junto a ellos con un tazón de leche humeante. Empezó a comerse una magdalena mientras escuchaba la conversación. Como no se sabía nada nuevo sobre el muerto del mercado, hablaban de los elementos mágicos. Para desgracia de Kimi, ese tema era espinoso para ella. Mike hablaba en ese momento:

    - Ya vais a empezar a aprender a manejar un elemento. ¿No? -Esperó a que Erika asintiera mientras Kimi se encogiera de hombros.- Yo soy Elemental de Tierra nivel 2 y aquí, Val es Elemental del Aire del mismo nivel.
    - Sí pero yo voy a ascender dentro de poco al siguiente nivel.- Respondió el susodicho.
    - Perdonad que os interrumpa.- Empezó Erika.- Sé que un Elemental es un mago que domina un elemento, pero... ¿Cómo sube de nivel?
    - Según el poder que desarrolla y los hechizos que aprende.- Comenzó Val.- El más alto es el 10. Aunque es casi imposible llegar al 10. Esta prohibido. Hace años que nadie llega a ese nivel.
    - ¿Por qué no se puede llegar al máximo nivel?- Interrumpió Kimi.
    - Porque el consejo no lo permite.- Contestó una voz detrás de ella.

    Se giraron. Liam bostezó y se sentó a su lado.

    - Se supone que, para llegar al máximo nivel, hay que realizar con éxito uno de los hechizos supremos del elemento. Sin embargo, el consejo mágico tiene esos hechizos bajo su control y no permiten a nadie alcanzar el máximo nivel desde hace años. Lo tienen prohibido. Según ellos para protegernos, según yo... Porque el Rey de Diamante los está presionando.
    - ¡Liam!- Gritó Mike.- No digas eso en alto.-Bajó la voz hasta convertirla en un susurro.- No puedes insinuar que el Consejo está bajo control.
    - ¡Tonterías!- Dijeron Kimi y Liam al unísono y luego ella se dirigió a Liam.- ¿Y tú cómo sabes eso?
    - Porque aquí donde me ves, soy un Elemental del Agua de nivel 9. Intenté conseguir uno de los hechizos supremos del agua, quería realizar "Tsunami", pero me lo negaron. Seguí intentándolo y me dijeron amablemente que si seguía insistiendo tendrían que sancionarme. Por eso empecé a dominar el Aire. Creo que dentro de poco pasaré al nivel 2 pero realmente me molesta no alcanzar la Maestría de mi elemento. De todas formas... La mayoría de la gente no sube del nivel 5. Porque a partir de ahí los hechizos son más difíciles. 

    La conversación duró hasta que sonó el timbre y tuvieron que separarse.

    Y allí estaba. Mirando por la ventana tras acabar el último examen. Cavilaba sobre la conversación con Liam. Doble elemento... Jamás lo había pensado. Había huido antes de realizar el juramento final a la Diosa Xyzla, su diosa, y que le traspasaran los Hechizos para alcanzar la Maestría. Y después de eso se enteraba de que no solo era prácticamente imposible conseguir uno de los Hechizos, sino que su propio elemento estaba prohibido. Además se fue el día antes de la ceremonia. La verdad, es que era necesario. Sabía lo que pasaba en la ceremonia. Jurabas lealtad suprema a la Diosa y al Comandante; después, se te concedía uno de los Hechizos. Sin embargo, eso omitía que en el juramento perdías tu mente y dejabas de tener consciencia. Te convertías en el perfecto soldado. Cumplías ordenes sin cuestionarlas. Por eso huyó con Erial. El sonido de la sirena interrumpió sus pensamientos. Se levantó y entregó su examen.

    - Por cierto.- Empezó el profesor.- Hemos practicado como proyectar nuestra energía en las Bolas Elementales.- Sujetó una de las bolas que estaban en una caja sobre su escritorio.- Para que podamos empezar cuanto antes a dominar un elemento, quiero que toméis una por persona y la semana que viene me enseñaréis los resultados.

    Al cabo de un rato Erika y Kimi paseaban por los pasillos. Había guardado la bola en su bolsillo. A pesar de que era ligera, la sentía como si fuera de plomo. La voz de su amiga la devolvió a la realidad:
    - ¿Kimi? ¿Estás bien? Te ves pálida. Bueno, más de lo habitual.
    - ¿Eh? ¿Yo? Sí. Estoy perfectamente.
    - Oye y ¿Cuál crees que será tu elemento?
    Desgraciadamente, Kimi sabía perfectamente cuál era su elemento.
    - Ni idea.- Mintió.- ¿Y tú?
    - No lo sé... Solo espero que no me toque Fuego... No sé porque... Lo veo muy destructivo ¿Cuál es el más probable?
    - Creo recordar que había la misma proporción respecto a los elementos de Agua, Tierra, Fuego y Aire. Sin embargo creo que Luz y Oscuridad son menos probables, aunque oí en algún lado que hay ciudades en los que son mayoría. Por otra parte, leí que podrías saberlo según tus familiares, por que se supone que es probable que tu magia provenga de ellos y eso. Luego ya sabes, por hábito o por adquisición. Pero no siempre es seguro.En mi opinión tu elemento será el Agua ¿Por qué no lo miras ya?
    - ¿Sabes que? Tienes razón.- Rebusco en su mochila y sacó su bola.- Me muero de curiosidad. A ver... Esto funcionaba así: Yo proyecto mi magia en la Bola Elemental y está cambia de color dependiendo de mi magia. Rojo para el Fuego, Verde para Tierra, Amarillo para el Aire, Azul para el agua, Blanco para la Luz y Negro para la Oscuridad. ¿Me equivoco?

    Kimi negó con la cabeza. Pararon para que Erika se concentrara. Kimi retrocedió un pasito para no interferir. Notó como concentraba su magia. "Que desperdicio de energía, tiene que mejorar su proyección" . Supo que había acertado antes de que la bola cambiara de color. Su magia era la de un Elemental del Agua. Sin duda. La bola le dio la razón.

    - ¡Azul! ¡Agua! ¡Has acertado!
    - Uuuu otra Elemental del agua.- Willen las había alcanzado.- ¿Y tú Kimi? ¿Ya sabes tu elemento?
    - No tengo ganas de comprobarlo ahora.
    - ¿Oye imaginas que tengamos entre nosotros un Elemental de la Oscuridad?- Preguntó Erika.- Que miedo...
    - Imposible.- Sentenció Will.- ¿No lees la propaganda del Consejo? Sacó un folleto y leyó:

Encontrar a un Elemental Oscuro es fácil. Se les puede reconocer por su aspecto: Ojos rojos, orejas puntiagudas, dientes en punta, espalda encorvada y uñas largas, sucias y afiladas. Si usan un hechizo para camuflarse se les puede reconocer por su olor realmente nauseabundo, peor que el de huevos podridos. Tienen costumbre de matar para satisfacer sus ansías de beber sangre y comer carne humana. Una locura homicida que se puede notar a simple vista procedente de adorar a el Dios Maldito Xyz...
    - Eso no son más que estupideces.- Interrumpió Liam, se había acercado sin que nadie se percatara.- Eso suena más a Demonio que a humano. No te creas nada de eso. ¿Realmente piensas que puede existir alguien así?
    - Pero el consejo...
    - El consejo últimamente no dice nada coherente.- Se giró hacia Kimi.- ¿Tú de verdad piensas que los Elementales Oscuros son así.
    Kimi hizo un esfuerzo para hablar. Cada vez odiaba más al Consejo Mágico. Se tragó toda su ira y contestó:
    - Es imposible que exista un ser humano así.
    - Al fin alguien con cerebro en esta academia. Pequeños, tenéis que pensar por vosotros mismos y no dejar que os coman la cabeza. - Sonrió.- Bueno, me tengo que ir a hacer otro examen. Los niños mayores tenemos todo el día ocupado. No tenemos tiempo ni para comer.- Bostezó.- Ni para dormir siquiera... En fin, que os aproveche.


    Se despidieron y se fueron a comer. Durante la comida, decidieron ir por la tarde a ver una tienda de magia de Amatista. Willen tenía cosas que hacer así que no podía acompañarlas. Allera estuvo todo el rato lanzando miguitas de pan al pelo de Kimi, está resistió los impulsos de levantarse y arrancarle la cabeza. Afortunadamente, tenía un buen control sobre su temperamento, la mayor parte del tiempo, y la ignoró. Aunque, casualmente, cuando Erika y Kimi salían, la bandeja de Allera se levantó y acabó sobre su cabeza.
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    - Bueno, aquí estamos.- Dijo Erika.
    Habían tardado un par de horas en llegar. Las calles enrevesadas y traicioneras habían hecho que se perdieran. Varias veces. El escaparate de la tienda estaba lleno de objetos extraños, libros e incluso animales. Una serpiente de dos cabezas las siguió con la mirada mientras entraban. Dentro olía a una mezcla entre polvo, viejo y a animal. Kimi también percibió otro olor,  uno que le erizo los pelos de la nuca, el de la magia. Sonrío, el olor a magia hacia removerse algo en su interior. Era sumamente agradable. A pesar de estar en penumbra, se veía bien. Notaba como los espíritus de sus cartas reaccionaban a la magia latente del ambiente. Erial le había conseguido un estuche de cuero para las cartas que llevaba atado a la cintura.

    Le había estado explicando a Erika de camino lo que buscaba. Cartas de Espíritus. Pero no cualquieras, ella buscaba las Doradas. Había diferencias entre las Cartas Plateadas y las Doradas. Las Doradas eran las originales y las Plateadas copias. Aunque ambas podían invocar, con las Doradas el vínculo se trazaba antes y era más fuerte. Según sabía, al principio las Plateadas se crearon como forma de mostrar la amistad entre Invocadores. Sin embargo, con el paso del tiempo, los Invocadores se corrompieron y empezaron a robarse las cartas unos a otros para conseguir más poder. Al usar una Carta Plateada, el dueño de la original puede mandar al espíritu que le debe lealtad atacar al Invocador. Por eso ella no buscaba copias.

    Estuvieron buscando durante un buen rato hasta que un hombre les abordó. Era bajito, lo que más destacaba de él era su tic de frotarse las manos a cada frase. Tenía el pelo negro y pegado a la cabeza.

    - ¿Desean algo señoritas?- Arrastraba la voz al hablar.
    - ¿Tiene Cartas Doradas?- Preguntó Kimi.
    - Hmm.... Doradas no tengo... Pero Plateadas creo que...
    - No me interesan las Plateadas. Solo las Doradas.
    - ¿No busca nada más?

    Entonces una luz dorada surgió del estuche de Kimi y Erial apareció. Vestía como siempre, camisa azul y falda blanca. Puso su típica cara de desdén. Cruzó los brazos.

    - ¿Seguro de que no tienes nada?- Preguntó.
    - ¿E...Erial?
    - ¿Y bien?
    - Yo...
    - Es la hija de Catleya.-Señaló a Kimi.- Te puedes fiar de ella.
    - ¡Haber empezado por ahí! - Comenzó a andar.- Ya sabía yo que me resultabas familiar... La hija de Catleya... Últimamente no me llegan noticias de Cartas Doradas, tampoco es que se vendan bien, solo tengo una pero... No sé si es lo que buscas... No es un espíritu de lucha.
    Se giró y se agachó en una estantería. Cogió una cajita y sopló para quitarle una espesa capa de polvo.
    - Te presento.- Dijo abriendo el contenedor.- A Nebu. El espíritu que básicamente crea una cúpula y todo lo que suceda dentro no se ve desde el exterior. Aunque tiene la ventaja de que es irrompible. Sé que no es mucho pero...
    - Me lo quedo ¿Cuánto pide?
    - ¿En serio? Vaya... Pues por ser tú y dado que nadie más lo quiere, creo que podemos hacer un trueque.
    - ¿Un trueque?
    - Sí. Me he quedado sin lana de Spluffel. Es muy suave y apreciada por los magos. Además tiene propiedades mágicas. Faltan unas semanas para que baje el granjero. Si fueras a la granja de Spluffels y me trajeras... Te daría de recompensa a Nebu.
    - ¡Eso es una misión!- Kimi dio un respingo. Se había olvidado de Erika.- Normalmente, los alumnos de primero no hacen misiones pero si nos la ha pedido expresamente puede que nos dejen.- Se volvió hacia el dueño.- ¿Nos la podría redactar?
    - Esto...sí. Pues claro.
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    Unas horas más tarde salían del despacho de la señora Sather. Habían usado todos sus recursos para que les firmara el acta. Solo aceptó al final porque al día siguiente era sábado y no era muy difícil de realizar, además de que se lo habían pedido expresamente a ellas. Erika estaba muy emocionada cuando volvieron a los dormitorios. Daba saltitos de vez en cuando de alegría. De vez en cuando repetía "¡Nuestra primera misión!". Se dedicaron a planearlo todo hasta la hora de la cena. El plan era salir temprano para llegar hacia la hora de comer y llevar la lana requerida hasta Amatista.

    Allera se comportó extrañamente bien durante la cena. Puede que cierta bandeja hubiera hecho su efecto. Hablaron de los exámenes hasta que Liam se quedo dormido mientras hablaba. Entonces, supieron que era hora de irse a dormir.

    Al quitarse la túnica, Kimi notó que algo se deslizaba de su bolsillo y caía al suelo. La Bola Elemental. Rodó hasta chocar con la pared. Kimi temblaba como una hoja cuando la recogió. Su superficie era muy suave. La sostuvo con decisión, obligándose a ser fuerte. Dejó de temblar. Sabía perfectamente lo que iba a pasar cuando proyectara su magia sobre ella. Pero, tarde o temprano debía hacerlo. 

La primera vez no había usado ese método. No debía tener más de cuatro años, de hecho, ni estaba segura de haber llegado a esa edad. Era muy pequeña. En la prueba eliminatoria de ese día algo había pasado. No se acordaba muy bien, pero los Custodios e incluso el Comandante se habían alterado mucho. Enseguida la separaron de su grupo y recluyeron en una de las celdas individuales. Curaron sus heridas y le dieron ropa limpia junto con una ración de comida más. Ahora había probado la comida de verdad, no sabía como se podía haber tomado eso durante toda su vida. Unos cuadrados de algo parecido al arroz, solo que más fino, insípidos e inodoros y muy nutritivos. Le sorprendieron tantas atenciones de repente, normalmente no eran así. Oía los murmullos al otro lado de la puerta, recordaba estar muy cansada, como si hubiera tenido un gran gasto de energía. Le habían dejado dormirse unas horas entonces los Custodios bajaron al Bosque de Piedra. Estaba muy nerviosa mientras encendían velas y colocaban los Elementos en círculo alrededor de ella. Le habían ordenado sentarse con las piernas cruzadas. No paraba de secarse el sudor de las manos en su camiseta gris. No sabía que esperaban de ella. Se suponía que la prueba elemental era a los 10 años. Finalmente, se retiraron del círculo y el Comandante apareció. Eso tampoco era normal, que presenciara personalmente las Pruebas Elementales. "Medita" Ordenó con su horrible voz fría y sin sentimientos. Ella cerró los ojos y comenzó a meditar. Aquella vez no fue como las demás, fue más... intenso. Olió la cera fundiéndose, junto con el de los Elementos en el círculo. El olor del Fuego, indomable; el del Agua, siempre en movimiento; el de la Tierra, llena de vida; Aire, ese tardaría años en relacionarlo con algo; el de la Luz, otro que jamás había olido y el de la Oscuridad, a poder. Sintió cada músculo, cada hueso, cada fibra de su cuerpo. El duro suelo en el se sentaba. Dejó que su magia fluyera fuera de ella, que se arremolinara. La notó en todo su cuerpo, desde la planta del pie hasta su pelo. Recordaba haber sentido una mano acariciando su pelo y su cara durante un momento. Tenía un tacto cálido, pero no le pareció del todo... corpórea. Como un fantasma. Jamás supo cuanto había durado esa vez su meditación, solo que al salir de su trance, solo un elemento había reaccionado a su llamada. 

Volvió a la realidad, habían pasado años de aquello pero lo recordaba como si hubiera sucedido ayer. Ese día su vida dio un giro, ese día su destino cambio para siempre, le fue concedido el poder. Enseguida la movieron a una clase de mayores, junto con Lucien. Miró la bola. Proyectó su energía sobre ella solo para confirmar lo que ya sabía.

Cerró los ojos y se concentró en su respiración. "Inspira, expira" Se dijo. Notó la magia circulando por sus venas, junto con la sangre. La dirigió hacia la esfera. Ya tenía experiencia en eso, al contrario que Erika, ella, como maga experimentada, no desperdiciaba energía. Sintió que se calentaba en su mano. Esa era la señal para parar. La Bola Elemental ya había reaccionado a su magia. Sabía perfectamente de que tono iba a adquirir la bola. Abrió los ojos lentamente. Una sonrisa triste se dibujo en su rostro cuando comprobó el color. Negro.

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