martes, 16 de junio de 2015

Ellendor: Prólogo parte 2

Esto es parte del prólogo de "Ellendor" no lo había subido antes por la sencilla razón de que lo escribí antes de ayer. También sirve para enlazar "Huida" que también forma parte del prólogo. ara los que no lo leyeron dejare el link aquí debajo:


Y bueno, espero que os guste y ya sabéis, como siempre, los comentarios se agradecen.


    10 años largos como frías noches de invierno habían pasado desde que el bosque vio huir a un niño con su hermanita en brazos. Ahora, muy lejos de ese allí, en un lugar totalmente diferente, una niña estaba postrada de rodillas frente a un barranco tapizado en suave hierba verde. Jadeaba, pues llevaba corriendo toda la noche. Sentía cansancio, pero no físico, sino mental. Muchas cosas horribles habían acaecido sobre ella en un breve pero frenético lapso de tiempo. Sus ojos verdes como esmeraldas brillaban en la oscuridad. Estaban empapados en las lágrimas que rodaban por sus mejillas y caían sobre sus manos teñidas de rojo. Sostenía una daga, también sucia por el líquido carmesí. Afortunadamente, no presentaba ninguna herida, su sangre no había sido derramada aquella noche. No obstante, sentía un gran dolor en el pecho, como si tuviera su daga clavada. Un dolor fuerte y palpitante que la ahogaba lentamente en la desesperación. No lo entendía, como su cuerpo podía reaccionar así sin marcas físicas. Temblaba de pies a cabeza, pero no del frío que precedía a la salida del astro rey. De los horrores que había presenciado. Dolor, miedo, odio, ira, pena, desesperación... Todo eso recorría su cuerpo, la mayoría ya lo había sentido antes, pero no por alguien que no fuera ella. No había sido educada así. Sus ojos descendieron lentamente hasta sus manos escarlatas y su cuchillo del mismo color. Un pensamiento de hundirlo en su pecho para comprobar simplemente si así aliviaría su dolor. Lo desecho rápidamente, debía vivir. No había hecho tales sacrificios para quitarse la vida. Lucien... su rostro se abrió paso en su mente, su voz... Eso fue demasiado para ella. Soltó su arma. Se echó hacia adelante, hundiendo la cabeza entre sus manos y dejo salir todo a través. Lloro hasta quedarse sin lágrimas, gritó hasta quedarse sin voz, golpeó el suelo hasta que dejo de sentir sus manos, obligo a su magia a fluir hasta que se quedó sin energías, perdió el control de su ser. Sacó todo su dolor y desesperación al exterior. Entonces la invadió una extraña calma. El silencio era tal que solo oía su propia respiración. Había vuelto a su posición inicial, de rodillas. Miró a su alrededor, debido a su magia, ahora estaba en el centro de un círculo de cenizas. El dolor había remitido. No tenía ningún pensamiento, a pesar de eso, sentía que jamás había tenido tal clarividencia. No se movía, solo miraba sin ver la profunda oscuridad que se extendía frente a ella. Como esperando algo. Los minutos pasaron rápidamente hasta que una línea dorada comenzó a dibujarse en el horizonte. Volvió del tenebroso mundo en el que se había sumergido. Contempló como, lentamente, el sol iba emergiendo. Descubriendo el paisaje que se extendía bajo sus pies. Si hubiera podido, hubiese comenzado a llorar otra vez, está vez de felicidad. La primera sonrisa de su vida se dibujo en su rostro al notar el calor de la luz del sol sobre su cuerpo, limpiando su mente y desterrando las sombras que la acechaban, por primera vez en los diez años que había vivido hasta ahora. Mientras el sol ascendía y ella se ponía en pie, se vio obligada a rendir tributo a la memoria de Lucien. Él tenía razón, el mundo exterior se presentaba como un lugar maravilloso.

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