Bajé con una linterna en una mano y un mando de la play en la otra. No esperaba que eso me sirviera para nada, pero me daba seguridad.
Llegue al piso de abajo. El salón estaba como lo había dejado, pero tenía la angustiosa sensación de que me estaban observando, aun así, continué avanzando.
Entré en la cocina. Nuestro juego de cuchillos de gran calidad estaba tirado en el suelo. Todos los cuchillos menos uno, pude contar. Ese estaba en la mesa, verticalmente colocado.
Coloque los cuchillos. Sería Toby, pensé. Toby era nuestro perro y cuando tenía hambre solía ir a la cocina, ponía las patas encima de la mesa y tiraba todo.
Me di la vuelta para volver la habitación. Pero no di un paso. En el suelo, ante mi, estaba el cuerpo sin vida de Toby. Grité y corrí hasta la casa de en frente. Se le hizó la autopsia al perro y nadie supo decir por qué había muerto.
Ahora vivo en un manicomio, nadie quisó creer mi historia y la he escrito buscando tu ayuda.
Sé que hay algo que me persigue todavía aquí. No puedo dormir y cuando lo hago me despierto con cortes profundos en el pecho y las manos llenas de sangre pero sin heridas.
Tengo miedo, no se que hacer.
Theodore Wiggins
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